sábado, febrero 11, 2006

Desaparición

A la mañana siguiente me urgía caminar hacia el río. Necesitaba bañarme y no sé por qué la Ramayana estaba alterada, como si oliera algo.
AL llegar al río no vimos a nadie. Anduvimos un rato por la orilla hasta que encontramos los restos de cuatro estacas clavadas en el suelo que debe haber servido de corral y carpa para la protección de Lapanda, Día, Riu y Pinovski. Ahí estaban las marcas de sus cuerpos, algunos objetos en el suelo, marcas de zapatos que no correspondían a ninguno de los del grupo. Reconocí las zancadas de Riu y las de Lapanda que se dirigían al Norte hacia la zona montañosa. Los zapatos desconocidos caminaban hacia el sur. Los de Pinovski se perdían en un punto justo donde empezaban las marcas de unas ruedas. Se lo habían llevado. Pero cómo habrían dejado ir a Riu y a Lapanda? Tal vez Pinovski había previsto el ataque y había ordenado a Riu proteger a los pandas por el norte. ¿No me dijo Pinovski que Riu era de este sector?
Todo esto me cruzaba por la cabeza, mientras el Ruso observaba las huellas. Esto no estaba funcionando, el grupo se dispersaba y yo me veía atada al Ruso y a sus memorias turbias. ¿Dónde habrá ido Pinovski? Sentí un vacío tremendo, una falta dolorosa, como si me hubieran sacado el corazón. Tenía unas ganas efervescentes de ver a Pinovski. Creo que es la primera persona con la cual me he podido sentir segura desde que empecé este viaje y lo dejé a usted en Londres. Yo no sabía mucho qué hacer en ese minuto, sólo quería salir corriendo tras las huellas del auto. Anduve un trecho hacia el sur, siguiendo las huellas. Encontré una nota de Pinovski: "Atrapado: ORT. Riu a salvo con Lapanda y Día la noche anterior. A SALVO." No le mostré la nota al Ruso. Dejé que decidiera que lo mejor era separarnos; él decidió ir tras la huella del jeep. No lo quise contradecir. En verdad, era lo más sabio, o si no, hubiera sospechado y no quería que supiera más. Estar lejos de él me calmaba. Dejé creer al Ruso que iría tras Riu y Lapanda. Vi que se alejaba. Me quedé allí, pensando qué iba a hacer yo en ese lugar sola, le pregunté a la ramayana si sabía por dónde íbamos a empezar. Me miró tranquila, se echó a mis pies. Me recosté de espaldas a su lado sobre la tierra: el cielo estaba azul, el río sonaba tranquilizador.

1 comentario:

Pinovski dijo...

Hpña. veras mi nick en internet de siempre fue Pinovski, y una vez buscando mi nick en google descubri este curioso blog, pues bien...en visto que mi nick es unico (o eso creia) ya que me lo habia inventado de pequeño para echar una partida en un juego online hace mucho, me gustaria saber de donde saco usted el nombre ese del tal Pinovski ese que sale en su relato.

gracias

pinovski@gmail.com