Zoo ayuda
El Rito y el Ruso se han embarcado en largas discusiones sobre lo que debemos hacer ahora. El Rito cree que debemos mantenernos según lo planeado rescatando a los animales que están encerrados en los zoológicos. Dice tener noticia sobre un oso panda que acaba de dar a luz a dos crías y que están justo en edad para llevarlos de vuelta a sus hábitat natural. El Ruso cree importante aprovechar el viaje hacia el sur de China (tal vez cerca de Lhasa) liberando a algunos animales de circo. El Ruso dice que tiene una información sobre un subalterno suyo de la época de la embajada soviética en Dhaka, de esos empleados cuyos mandados eran secretos, que puso plata para un circo -ese desgraciado, dijo, cuando se refirió a él. Ese circo abusa de los animales hasta volverlos locos y, en ese estado, los abandonan en alguna explanada para que se los coman las rapiñas. ¿Se imagina usted un elefante atado por su pata gorda y blanda tratando de caminar en una carpa que apenas lo deja moverse para adelante y para atrás, recordando esos miles de kilómetros que recorría con sus antepasados, ahora suelto en un ambiente que no conoce, donde no hay ni árboles para esconderse de sus presas ni aguas tranquilas y hondas para bañarse? ¿Se acuerda esa vez en Chile, cuando íbamos de un lado a otro trantando que alguien nos financiara la campaña de los monos y vimos a ese elefante loco y a ese tigre que aullaba como si fuera lobo impotente frente a sus presas? ¿Se acuerda de ese circo infame, Los Hermanos algo, se llamaba? Como si ser hermanos les quitara la posibilidad de delinquir, ensuciando esa palabra con sus fauces llenas de dinero y carne animal.
Por eso debe ayudarnos. Necesitamos un barco que nos traslade a nosotros y a nuestra carga anónimamente desde Dhaya, tal vez se pueda a través del río Jamuna, ¿es navegable? El Ruso está seguro de que es la única manera segura.
Yo estoy de acuerdo con el Ruso. El Rito alega que es escencial para nuestra misión mantenernos en una línea, la de los zoológicos. Eso le causó una risa estrepitosa a Pinovski. Pinovski con su usual cinicidad, se ríe y luego dice las primeras palabras que profiere desde aquel fatal día en Myanmar: "eso es lo que nos hacen creer hoy en día. Te cruzas con millones al caminar por la ciudad y necesitas creer que eres importante. Por eso te crees que tienes una misión, eso te hace importante, te da valor". El Ruso se entusiasmó con la idea, haciéndola suya argumentaba que por eso toda esa fe new age tiene tanto éxito en el mundo, porque hace sentir que cada vida vale, aunque en su fuero interno cada uno sabe que es una gran mentira y que las vidas de cada uno vale tanto como una figura humana en los Andes. Yo le dije que eso no importaba si hacía que las personas lidiaran mejor con la idea de la caducidad de la especie. El Ruso y Pinovski saltaron contra mí. El Ruso me gritaba en la cara que eso es lo que una creencia así era capaz de tranquilizar las mentes anquilosadas y acríticas cada vez que se comía un pedazo de carne de ñandú o se tragaba el segundo pollo del día o mataban a un ser humano inocente en las guerras a favor del petróleo. Yo lo miré tranquila, pero la Ramayana (así se llama mi gata, la que estaba enferma, pero que sólo necesitaba algo de cariño y un buen veterinario) emitió un maullido tan profundo que hizo que todos se detuvieran como hipnotizados por un rayo luminoso.
Dígame, ¿nos ayudará?
miércoles, noviembre 16, 2005
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