lunes, diciembre 12, 2005

Dispersión

Al parecer las fuerzas que se oponen y que, tal vez, uno atrae por el mismo hecho de practicar acciones sobre el mundo destruyen el puente que uno se había trazado para dejar atrás las dificultades. No se puede pensar que el realizar cosas no van a traer consecuencias, pero es espeluznante no saber con qué uno lidia, qué agentes andan por ahí con los oídos atentos dispuestos a vender el alma de otros.
El Rito desapareció la otra noche junto a Trieste. Luego de ver lo que había hecho la naturaleza, anduvo con los ojos atormentados un par de días, lo que nos quedamos en tierra. Aunque todos lloramos cuando devolvimos a la tierra a Noche, los gritos de Lapanda se le hicieron insoportables al Rito, quien empezó a gritar en portugués su desespero. Mantuvimos el silencio, porque creíamos que era importante crear esa descarga, porque sabíamos que Lapanda y Riu estaban con el ojo puesto en el Rito, como si lo hubiera hecho a propósito. En un instante se lanzó sobre Noche y suavemente la acomodó en posición fetal. Luego todos observamos al Rito ponerle tierra a la cría. Nos quedamos toda la noche velando. Uno a uno empezamos a quedarnos dormidos. A la mañana siguiente el Rito no estaba. Creo que escapó atacado por la culpa.
Lo esperamos un par de días, salimos a buscarlo, pero si se había querido perder no había forma de encontrarlo en esos parajes. La comida se nos agotaba y debimos seguir. El bote y el remolque estaban cada vez en peores condiciones, al igual que nosotros. Asentados en el lecho del río, éramos las víctimas perfectas de los mosquitos.
Echamos andar el bote, pero el motor pronto fue insuficiente para luchar contra el cauce del Brahmaputra; estábamos cerca de las montañas y era hora de empezarcaminar para hacer nuestra entrada definitiva en China. El Ruso estaba muy nervioso y sólo gracias a Pinovski pudimos hacer un campamento, mientras dos de nosotros iríamos a aprovisionarnos a la aldea más cercana. El Ruso y yo partimos hacia el Oeste.

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